miércoles, 2 de septiembre de 2020

Depresión

 

Vivo en un mundo de oscuridad.

Mi realidad está compuesta de cosas extrañas.

Mi mente es un lugar sucio y desolado, abarrotado de miedos y desesperanzas.

Me pregunto si mi vida transcurre lentamente en una pesadilla o si es solo un reflejo defectuoso de mi mente; una anomalía esquizofrénica.

El Hombre Industrializado

 

Cuando comienzas todo es expectativa. Luego aparece la luz y empiezas a entusiasmarte, a tener esperanza.

Te seduce, te atrae, te fascina. Al principio parece mágico. Te hace sentir muy complacido, es más, te hace sentir especial. Todos esos llamativos colores, tan fascinantes, tan sublimes. Todas esas maravillosas formas. Pero la luz te ciega. Y de pronto te das cuenta de que esa hermosa luz no representa la salvación, sino la perdición. Es un producto de la publicidad industrializada para atraerte, para cortar tus alas.

martes, 1 de septiembre de 2020

Cenizas del Infierno

 

Encerrado en un mundo vacío

Distanciado mirando en silencio

Casi ajeno de todas las cosas

Habitando lugares desiertos

Transcurriendo infinitos de tiempo

Persiguiendo verdades extrañas

Suprimiendo perversos recuerdos

Enfrentado con mi propia alma

El Enigma del Grillo



CAPÍTULO 1 – LA TRAGEDIA
Carlos vivía con sus padres en una granja. Su mamá se llamaba Claudia y su papá Luis. Era hijo único. Sus padres eran dueños de la granja y aunque no tenían mucho dinero, eran personas muy trabajadoras y ordenadas, por lo tanto, su granja era muy productiva. Nunca habían pasado por grandes dificultades y la familia gozaba de una vida más bien cómoda. Carlos por supuesto se había criado muy consentido y nunca había tenido que trabajar porque todo lo que necesitaba se lo proveían sus padres.

En la Mitad de la Oscuridad

 

Todos soñamos mientras dormimos. Pero la mayoría de las veces simplemente no lo recordamos.

Los sueños normalmente son alegorías cargadas de simbolismos y metáforas. Algunos sicólogos piensan que los sueños reflejan nuestros estados sicológicos; nuestros deseos y nuestros temores.

Muchas personas inclusive creen que son premoniciones de las cosas que nos sucederán en el futuro.

Un Sueño de un Juego de Números

 

 

Una noche me acosté muy cansado, porque había sido dura la jornada de trabajo por esa época, y cuando me acosté me quedé dormido profundamente... y mientras dormía soñé con números. 


Ellos estaban jugando un juego que no recuerdo ya. Pero lo que si recuerdo es que me invitaron a jugar. Me dijeron: “¡Ven y únete a nuestro juego!”. Yo acepté sin asentir y me reuní con ellos.




El uno se me acercó y me dijo “yo siempre estoy sólo, pero puedes confiar en mi”. Luego el dos se quedó mirándome y, aparte du su mirada rara, tenía una voz grave que cambiaba por momentos volviéndose aguda. Me dijo que a partir de él surgían las cosas y que de no ser por él no existirían los juegos.
Estuve jugando un rato con ellos, pero no me sentía muy cómodo. Desde mi interior había algo me decía que difícilmente podría entenderme con ellos. Pero también pensaba, y tenía la esperanza en mi interior, de que tal vez lograría comunicarme con alguno, y hasta comprender sus deseos y sus destinos; de manera que continúe jugando.


Rápidamente el tres se me acercó, pero no dijo nada. El cuatro llegó con su voz zalamera, me saludó, me aduló y me contó que hacía días ya que no conseguía pareja. El cinco estaba distante; siempre soberbio y seguro de sí mismo. Con el seis la cosa fue totalmente distinta; me contó sobre su vida, sobre sus relaciones, sobre cómo había tenido muchos amores y se sentía pleno. El siete por su parte se paseaba de un lado a otro… tan inexpugnable como siempre. 

El siguiente número me habló tranquilamente de sus cosas. Que iba por la vida de un lado a otro siempre sin afanes. Que no encontraba estabilidad en las relaciones amorosas. Que anhelaba vehementemente encontrar un punto fijo para ya no fragmentarse más y otros muchos asuntos.

Así transcurrió la tarde. Aunque a veces era de noche y de tiempo en tiempo me encontraba en el amanecer.

Cuando ya menos me divertía, decidí yo mismo acercarme al nueve y lo saludé... pero él tenía muchos problemas. Se enredaba. Se encogía. Se volvía sobre sí mismo una y otra vez y luego tropezaba con su propia sombra. No me quiso contar nada y sólo se limitó a saludarme con una venia. 


Cuando ya estaba a punto de abandonar el juego, pensativo y agotado por el intenso ajetreo, apareció el número x. “Yo no tengo personalidad” fue lo primero que dijo. “Actuó como cualquiera de ellos por un momento y luego puedo cambiar”. “Mi vida es muy difícil”. “A veces me siento raro, como si no fuera yo mismo”. Confieso que me dio pena por él.

Por último, escuché que alguien me hablaba, y aunque nunca logré verlo, el cero me dijo tímidamente: “No te me acerques porque yo no soy nada, porque estoy en todas partes y en ninguna a la vez y porque no tengo nada que decir”. Y en ese momento me desperté.
FIN